PENTECOSTÉS
Ecos del Evangelio de Juan 14,
15-16;23-26
El que me ama guardará mi palabra
El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe
todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
VIVIR EL
CUIDADO
Me alegró
que, en la homilía del inicio “oficial” de su pontificado, el papa Francisco se
centrara –era el día 19 de marzo, fiesta de san José, “custodio” de María y de
Jesús- en la misión de custodiar la vida.
Y me trajo
a la memoria el mito de Cuidado, elaborado en los comienzos de nuestra
era, que reproduzco a continuación:
Cuidado
encuentra un trozo de barro y empieza a darle forma. Pasa Júpiter y, a
petición de Cuidado, le sopla su espíritu. Pero cuando Cuidado quiere poner
nombre a lo que había modelado, Júpiter se lo prohibió. Mientras ambos
discutían, paso Tierra (Tellus), que también quiso ser quien le pusiera
el nombre. Y empezaron una fuerte discusión.
De común acuerdo,
pidieron a Saturno que hiciera de árbitro; y Saturno tomó esta decisión: “Tú,
Júpiter, le diste el espíritu; cuando muera, se te devolverá. Tú, Tierra, le
diste el cuerpo; cuando muera, se te devolverá. Pero como tú, Cuidado, fuiste el
que modelaste a la criatura, la tendrás bajo tus cuidados mientras viva… Y ya
que entre vosotros hay una acalorada discusión en cuanto al nombre, decido yo:
esta criatura se llamará Hombre, es decir, hecha de humus, que
significa «tierra fértil»”.
“Custodia” y “cuidado” son nombres que podemos aplicar adecuadamente al
Espíritu. El evangelio lo llama “defensor” (en el original griego,
“parakletós”: “el que está al lado”). Y está “al lado” como cuidado
permanente.
Ahora bien,
en una perspectiva mental, todo se halla separado de todo. Por eso, también el
Espíritu es imaginado como una entidad separada, lejana o cercana, que nos
acompaña “desde fuera”..., aunque se diga que "nos" habita.
Tal
planteamiento me parece legítimo en esa perspectiva, para personas que se mueven
en un modelo dual (mental) de conocer.
Pero quizás
podamos avanzar un poco más, empezando a vislumbrar que ese modelo de conocer es
muy limitado –se halla encerrado en los límites siempre estrechos de la razón-,
y que si nos abrimos a la perspectiva no-dual, lo percibido se modifica
sustancialmente.
En la nueva
perspectiva, el Espíritu es no-separado de nada. Más aún, es –aunque
expresado en la pobreza de nuestro lenguaje- el “núcleo” de todo lo que existe,
la “otra cara” de todo lo visible.
Todo es
Espíritu manifestándose en un “juego” infinito de formas, en una admirable
no-dualidad. El Espíritu y nosotros no somos dos. Somos –por decirlo, una vez
más, con las palabras de Pierre Teilhard de Chardin- “seres espirituales
viviendo una aventura humana”.
Más allá de
las formas de nuestros yoes, somos Espíritu que en ellas se expresa y
manifiesta. ¿Podría haber algo separado del Espíritu? Mejor todavía: ¿podría
existir algo “fuera” del Espíritu? Todo es Espíritu en un despliegue y
manifestación permanente.
Cuando
advertimos esta realidad profunda, se realizan en nosotros las palabras de
Jesús: la unidad de todo morando en nosotros, en el Amor –otro
nombre del Espíritu-, como única realidad que todo lo sustenta y constituye.
Es claro
que todo esto no puede percibirse desde la mente, que, por su propia naturaleza,
tiende a separar y fraccionar todo.
Para
abrirnos a esta nueva perspectiva, de modo que podamos experimentarla por
nosotros mismos, necesitamos acallar la mente, abrirnos directamente a lo que
es, y percibir, con gozo, que podemos descansar siempre en ello. Descanso
es otro nombre del Espíritu.
Pero
necesitamos acallar la mente porque, como ha escrito Consuelo Martín, en su
libro “La revolución del silencio”, “si no hay silencio del pensamiento no
sabremos lo que es la verdad… Mientras estoy pensando creo que veo la
verdad de las cosas pero lo único que hago es barajar interpretaciones
escuchadas a otros. No descubro sino por serena observación que ver no es
pensar”.
En el silencio de la mente se nos revela el Espíritu, no como algo separado,
sino como la “sustancia” de todo lo que es, Cuidado, Descanso y
Dinamismo…, Vida en plenitud. Y eso es lo que somos todos.
-Enrique Martinez Lozano-
Somos seres espirituales viviendo una aventura humana.
ResponderEliminarMe gusta el mito del Cuidado que presenta este autor y lo que dice. Curioso que las criaturas(hombres y/o mujeres) nos llamemos "tierra fértil", estemos custodiadas por el Espíritu, podamos descubrirlo y unirnos a través del silencio,donde todo es nada y nada es todo. Cuando somos conscientes de lo que somos.
ResponderEliminarDesde esta página, mando un abrazo grande,¡de cuidado!en ese Espíritu que somos y nos une; sobre todo, a los que están lejos y sienten nostalgia...Como dijo una amiga, la nostalgia se da porque hemos amado mucho y queda el rastro de que nos aman para la vuelta esperada, aún en la lejanía.
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