CUENTO TAOÍSTA
Un hombre trataba de administrar cada día aceite de higado de bacalao a su pastor alemán porque le habían dicho que era bueno para los perros.
Así que cada día sujetaba con fuerza entre sus rodillas la cabeza de su perro y, entre forcejeos, le obligaba a abrir la boca y a tragar una buena cucharada de aceite.
Un día el perro consiguió soltarse y el líquido fue a para al suelo. Entonces, ante el asombro del dueño, el perro se acercó tranquilamente al aceite derramado, lo lamió y a continuación dió un par de golosos lengüetazos a la cuchara.
En aquel momento, el hombre comprendió que lo que el perro rechazaba no era el aceite, sino el modo de administrarselo.
¿Qué te sugiere este cuento?
+Muy interesante. El dueño quiere lo mejor para su perro, por eso le obliga a tomar el aceite.
ResponderEliminarClaro no podia preguntarle, el perro no sabe hablar.
Creo que conociendo bien a su perro, debería haber pensado otro medio que no fuera tan brusco.
Antes de obligar a nadie a realizar cualquier cosa, debemos pensar muy bien como hemos de hacerlo, para que todo salga lo mejor posible.
Saber elegir las palabras adecuadas, y con cariño y amor, todo se consigue.
Utilizando la fuerza, todo resultará un fracaso.
Todos debemos reflexionar sobre lo que nos plantea el cuento y llevarlo a efecto.
Es curioso,como en la mayoría de las ocasiones no es el agua, la educación, la medicina... lo que nos molesta, más bien al contrario, sin ella no podemos vivir o viviríamos peor; pero el canal, el medio a utilizar,la transmisión hace que llegue contaminado, distorsionado, envenenado y no parezca el mismo, ¡es más! puede ser hasta un peligro para la misma persona a la que iba destinada con la mejor intención.
ResponderEliminarCoincido con el comentario anterior,obligar a alguien no es un buen método para que reciba algo que consideramos valioso,y todos sabemos que hay muchas maneras de "obligar".
No puedo evitar preguntarme si lo que falla en el mensaje cristiano es la manera de administrarlo.
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