miércoles, 22 de mayo de 2013

LA IGLESIA PUEDE APRENDER DE LOS ELEFANTES
Todas las organizaciones, incluida la Iglesia, pueden ser compradas a los elefantes, porque, como ellos, llegan a ver a su propio mundo a través de un proceso de condicionamiento. Los elefantes adultos están condicionados a permanecer en un lugar, porque cuando eran pequeños fueron encadenados a unas estacas profundamente clavadas en tierra; los elefantes maduros podrían desenterrar las estacas, pero su condicionamiento es tan fuerte que ni siquiera intentan moverse. Se comportan exactamente como se les entrenó para hacerlo. Las  organizaciones de las culturas son análogas: en principio, dinámicas y móviles  como las crías de elefante y, más tarde, condicionadas por el status quo. Su axioma es el siguiente: “si siempre hemos actuado de este modo, ¿por qué tenemos que cambiar?” Y las experiencias caóticas hacen aún más atractivos los seguros caminos del pasado.
¿Qué pueden enseñar los elefantes a la Iglesia? Jesús, al que le gustaba utilizar ejemplos con los que su audiencia estuviera familiarizada para ilustrar su mensaje, respondería que mucho… Quizá pueda alentarnos el hecho de que incluso en los tiempos veterotestamentarios el condicionamiento al modo de los elefantes floreció con resultados bastante predecibles. Una vez que los israelitas tomaron posesión de la tierra prometida, cayeron víctimas del falso condicionamiento consistente en la creencia en que cuantos más bienes poseían, más los amaba Yahvé, no viendo la codicia y el falso sentimiento de seguridad que corroían sus corazones. Los profetas clamaron contra ello durante generaciones con escasos resultados, y se necesitaría la dramática experiencia caótica del exilio, la pérdida de todas las posesiones- especialmente la monarquía, Jerusalén y el templo-, antes de que algunos llegaran a ver lo grave que había sido su condicionamiento. Entonces descubrieron los peligros de consolarse con las manifestaciones externas de la religión  o con la mera observancia, en lugar de vivir una fe viva, arriesgada y creativa.
En la Iglesia hay muchas personas que consciente o inconscientemente, dan su aquiescencia a un “restauracionismo”, como viejos elefantes condicionados a permanecer cómoda y acríticamente encadenados a las estacas de la “Iglesia-gueto” del pasado. Si la Iglesia ha de volver a ser joven de nuevo, según el deseo de Cristo y del Vaticano II, necesitamos disidentes esperanzados en todos los niveles de eclesiales. Precisamos líderes, tanto en las más pequeñas comunidades cristianas como en las más altas instancias pastorales de la Iglesia, dotados de una “imaginación creativa carismáticamente inspirada”, como incisivamente nos recuerda Karl Rahner. Necesitamos personas con una visión nueva de la Iglesia acorde a los valores del Vaticano II y que sientan profundamente lo que Pablo VI denominaba la “ruptura entre Evangelio y cultura”. Este es el “drama de nuestro tiempo”… Por tanto, debemos hacer todos los esfuerzos posibles para lograr una plena evangelización de… las culturas. Personas que comprendan las profundas causas del carácter condicionante del status quo para la Iglesia y que consideren el cambio esencial y posible, aunque los pasos hacia adelante tengan que ser pequeños y vacilantes. Para ellas, “lo imposible para los hombres es posible para Dios”, y no tienen reparos en admitir la fórmula general de cualquier innovación, incluso en la Iglesia: disposición a cuestionar el status quo, imaginación programática, ideas, iniciativa, valor y unos cuantos amigos que ayuden a concretar el proyecto.

(Gerald A. Arbuckle, Redundar la Iglesia. Disidencia y liderazgo, Sal Terrae) 

2 comentarios:

  1. jaja, un cafelito y concretamos.
    Si fuera tan fácil.¡Pesan muchos los siglos y los elefantes!Todo está estructurado para que se mantenga.

    ResponderEliminar
  2. ¿Quién quiere sentarse en una esterilla en el suelo, cuando se puede estar cómodo en un sofá?

    ResponderEliminar