martes, 28 de mayo de 2013


 LA FE COMO ORIGEN DE LA MISIÓN

David Alvarez 


El NT contiene un claro mandamiento misionero tras la muerte y resurrección de Jesús (Mt 28,19; Lc 24,47)); es más, genera un tipo de vida que exige ser compartida. El acceso a Dios por medio de Jesucristo y la oración del Padrenuestro ponen de manifiesto que nos dirigimos a nuestro Padre y, por lo tanto, conformamos una comunidad que ha de preocuparse por el resto de la humanidad. La Biblia nos invita a compartir la manifestación del amor de Dios en la preocupación por el prójimo y mediante la difusión del mensaje de Jesús. Su lectura no deja indiferente ni el lector puede ser un mero espectador de lo narrado. Su mensaje interpela e invita a un compromiso misionero. Estas implicaciones del mensaje todavía perduran en la lectura comunitaria que realizan algunas comunidades que se reúnen en torno a los textos de la Escritura, descubriendo así sus responsabilidades misioneras.

¿Cómo hacer llegar el mensaje de la Biblia a las personas? Es verdad que en el siglo XXI, la mayor parte de la población tiene acceso a la lectura de los textos bíblicos, pero no es menos cierto que en países tradicionalmente cristianos, muchos cristianos no leen la Palabra de Dios. Tal vez estemos en el mundo de la imagen, y ese libro se pueda caer de las manos por falta de explicación. Nos viene a la memoria el pasaje de Felipe y el etíope de Candace (Hech 8,31). Tal vez haya que buscar nuevos modos de anunciar el mensaje. En lugar de la palabra, los modernos medios de comunicación intentan ayudar a visualizar, interiorizar y aceptar el contenido bíblico. Esto no es una novedad. Los artistas cristianos han hecho uso, durante siglos, de la literatura, la música, la pintura, la escultura y la arquitectura para transmitir la belleza del texto bíblico.

Pero al margen de los medios, la lectura de la Biblia constituye un desafío, una invitación al compromiso misionero. Su mensaje se convierte en una acción subversiva, ya que confronta la autoridad de la Palabra de Dios, que exige justica y solidaridad, con  las estructuras, no siempre justas, de la sociedad. La Biblia es un instrumento de la misión de la Iglesia y, de forma especial, Hechos de los Apóstoles.

             Hechos de los Apóstoles: paradigma de la misión lucana

 En los dos primeros capítulos emergen cuatro formas de relación entre el Evangelio y la misión. En muchos aspectos, Hechos es el segundo tomo de la obra lucana, estableciendo una conexión entre el Evangelio (la historia de Jesús) y la misión (la historia de la obra del Espíritu Santo en la iglesia). Jesús, el heraldo del reino de Dios, se convierte ahora en el contenido de la predicación, como se constata en el discurso de Pedro el día de Pentecostés. La historia del Evangelio continúa ahora en el relato de los testigos de la Iglesia primitiva. En segundo lugar, la presencia y la fuerza del Espíritu guían la misión. En el día de la Ascensión, Jesús pide a sus seguidores permanecer en Jerusalén para recibir el Espíritu, no para su propia edificación personal, sino para que puedan ser testigos en Judea, Samaria y hasta los confines del mundo. El Espíritu es el vínculo entre el evangelio y la misión, quien envía a los cristianos a proclamar el evangelio, y éste es una llamada a la misión.

En tercer lugar, la imagen idílica de la iglesia en Jerusalén, configurada en respuesta al evangelio de Jesús, es en sí misma un elemento clave en la misión. La Iglesia no puede proclamar una cosa y vivir otra. La vivencia fiel del Evangelio hace que la Iglesia se convierta en signo de comunidad, de justicia y de amor. No extraña, pues, que los primeros seguidores de Jesús fueran admirados por el pueblo y varias personas se adhirieran a sus filas. Por último, Jesús y el Espíritu son dos claves fundamentales, pero no hay duda de que la obra de Dios enmarca toda la historia. Dios está obrando en el mundo y lo que le sucede a Jesús, el envío del Espíritu, y la respuesta de los discípulos y de la multitud forman parte del plan de Dios. A través del Espíritu y el evangelio, Dios llama a otros a unirse a su misión en el mundo.

El medio para realizar esta misión era el discurso acompañado de signos. Hechos contiene ocho grandes discursos misioneros[1], lo que refleja su importancia estratégica en la expansión misionera de la Iglesia Primitiva según la concepción lucana. Sus destinatarios era un público heterogéneo: judíos, temerosos de Dios o gentiles. Estos discursos tenían una estructura y ciertos elementos comunes, lo que permite extraer algunas conclusiones.

En primer lugar, su estructura común refleja un patrón habitual de predicación en los discursos misioneros en la Iglesia Primitiva. Se discute si este paradigma es creación lucana o si se basó en fuentes orales y escritas, que estaban a su disposición. En segundo lugar, estas alocuciones se caracterizan por dirigirse a la audiencia, explicando la situación que los propiciaron, e informan acerca de las reacciones de la audiencia. Cuatro de estos discursos explican el significado de un signo previo, lo que denota que los signos necesitan interpretación, ya que, en la opinión del orador(s), los milagros pueden ser mal interpretados o no entenderse como revelación del poder de Cristo resucitado, de la obra del Espíritu o de Dios. La interpretación propuesta es cristológica. De esta forma, los signos se entendieron como una confirmación de la resurrección de Cristo y como continuación de su presencia en la iglesia. Además, las interpretaciones estaban vinculadas con la actividad de Jesús y con la fe en él, así como con las actividades de Dios en la historia pasada y presente. Por otra parte, los discursos fueron utilizados escatológicamente para proclamar que ha llegado el tiempo mesiánico.

En tercer lugar, observamos que la predicación misionera contiene tres elementos. En la mayoría de los casos, aparece un breve resumen de la vida, muerte y resurrección de Jesús (kerigma), o una mención de la obra de Dios y de su relevancia. Luego viene la prueba de las Escrituras, que normalmente es una cita del AT, seguida de su exposición o una referencia a autores helenísticos. Por último aparece una exhortación a la conversión, que sigue y presupone la proclamación del evangelio y del Dios de la creación y de la historia, y la prueba de la Escritura. Por lo tanto, los discursos se centraban en la vida de Jesús, su pasión, muerte y resurrección, y su regreso en gloria para el juicio final. Estos eventos son vistos como deseados por Dios y que procedan de él, con el Espíritu Santo como testigo que confirma esa interpretación. Cuando el auditorio es judío, se refiere a Dios como el Dios de nuestros padres, expresión conocida a través de la historia de salvación judía. Para un público gentil, se presenta a Dios como creador del cielo, de la tierra y el mar, que concede lluvias y estaciones fructíferas y colma a las personas con alimentos y alegría. En otras palabras, los discursos contenían elementos esenciales del evangelio sobre Jesucristo - elementos que fueron más tarde adoptados también en los credos ecuménicos de la iglesia cristiana – el credo apostólico y el de Nicea.

La mayor parte de los textos del AT que se aducen como prueba de la Escritura, en siete de los discursos, son textos que se leían según las expectativas mesiánicas del judaísmo. En los testimonios argumentativos de las Escrituras, las interpretaciones mesiánicas de los textos del AT se utilizaron de forma cristológica, vinculando el cumplimiento de las promesas a la persona y obra de Jesucristo. De esta manera, el objetivo de los apóstoles era evidente para demostrar que las promesas y los tiempos mesiánicos se cumplieron en la vida y la persona de Jesús, e invitan al auditorio a recibir el kerygma con fe.

Continuará mañana...
¿Quieres resaltar alguna cosa que te haya llamado la atención de esta parte?


[1] Hech 2,14-39; 3,12-26; 4,8-12.19-20; 5,29-32; 10,34-43; 13,16-41; 14,15-17; 17,22-31.



2 comentarios:

  1. Ciertamente, la Escritura es un desafío para todos los tiempos.Por eso, hay que reinterpretarla con lenguaje actual y desde las distintas culturas.¿Cómo sino puede interpelar hoy?

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  2. La fe en Cristo, se entiende desde el amor(Gal 5,6). Será porque el Jesús histórico amó mucho y de muchas maneras a todos los que se cruzaban en su camino.Ese lenguaje de roce, de experiencia liberadora, es el que más llega a las gentes también hoy.Traducir el kerigma en signos y palabras amorosas es el mayor arte que pueda darse en nuestro mundo.

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