jueves, 6 de junio de 2013

 “Dios” y la parábola del elefante y los ciegos
Rumi
El elefante se hallaba dentro de una casa a oscuras; unas gentes de la India lo habían llevado allí para exhibirlo. Y para verlo, varias personas entraron, uno por uno, en la oscuridad. Dado que nadie podía verle con los ojos, cada uno trataba de tentarlo en las tinieblas con las palmas de las manos. La mano de uno de posó sobre su trompa, y dijo: “esta criatura es como un caño de esos por donde pasa el agua”. La mano de otro tocó su oreja: le pareció semejante a un abanico. Otro, habiendo asido su pata, declaró: “opino que la forma del elefante es la de un pilar”. Otro posó su mano sobre su lomo y dijo: “En verdad este elefante es como un trono”. Así, cada uno hacía su propia versión del elefante según la parte que él mismo había tocado. Según la parte tocada e interpretada, sus afirmaciones diferían: un hombre lo llamaba A, otro Z… Si cada uno de ellos hubiese llevado un candil para alumbrar la estancia, la diferencia habría desaparecido de sus palabras. El ojo de la percepción sensorial es solamente como la palma de la mano: la palma de la mano carece de medida para abarcar la totalidad de lo que tantea.


1 comentario:

  1. El ojo, la mano y la mente...,y ahí seguimos en interpretaciones y lenguajes distintos, mientras no encontremos otra sabiduría que nos de luz para ver lo evidente.

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