Ser radicalmente pobre para ser plenamente hermano
Por: Leonardo Boff
Una de las primeras cosas que dijo el Papa
Francisco fue “cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres”. Este
objetivo está en consonancia con el espíritu de San Francisco, llamado el
Poverello, el Pobrecito de Asís. Él no pretendió gestar una Iglesia pobre para
los pobres, pues no era realizable bajo el régimen de cristiandad donde la
Iglesia tenía todo el poder, pero creó en torno suyo un movimiento y una
comunidad de pobres con los pobres y como los pobres.
En cuanto a la extracción de clase, Francisco pertenecía
a la próspera burguesía local. Su padre era un rico comerciante de telas. De
joven lideraba un grupo de amigos bohemios ̶
jeunesse dorée ̶ que vivía de fiesta en
fiesta y cantaba a los juglares del sur de Francia. De adulto sufrió una fuerte
crisis existencial. Desde dentro de esa crisis surgió en él una inexplicable
misericordia y amor a los pobres, especialmente a los leprosos, incomunicados,
en las afueras de la ciudad. Abandonó la familia y los negocios, asumió la
pobreza evangélica radical y se fue a vivir con los leprosos. Jesús pobre y
crucificado y los pobres reales fueron los móviles de su cambio de vida. Pasó
dos años en oración y penitencia, hasta que interiormente escuchó una llamada
del Crucificado: "Francisco, vete y repara mi Iglesia que está en
ruinas".
Le costó entender que no se trataba de algo material,
sino de una misión espiritual. Se fue por los caminos predicando en los burgos
el evangelio en lengua popular. Y lo hacía con tanta alegría,
"grazie" y fuerza de convicción que fascinó a algunos de sus antiguos
compañeros. En 1209 consiguió que el Papa Inocencio III aprobase su
"locura" evangélica. Comenzaba el movimiento franciscano que en menos
de veinte años tendría más de cinco mil seguidores.
Cuatro ejes estructuran el
movimiento: el amor apasionado a Cristo crucificado, el amor tierno y fraterno
a los pobres, la "señora dama pobreza", sencillez genuina y gran
humildad.
Dejando a un lado los otros ejes, intentemos entender
cómo Francisco vio y vivió con los pobres. No hizo nada para los pobres (algún
lazareto u obra asistencial), pero hizo mucho por los pobres, pues los incluía
en la predicación del evangelio y cuando podía estaba con ellos, pero hizo más:
vivió como los pobres. Asumió su vida, sus costumbres, los besaba, limpiaba sus
heridas y comía con ellos. Se hizo un pobre entre los pobres. Y si encontraba a
alguien más pobre que él, le daba parte de su ropa para ser realmente el más
pobres de los pobres.
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