miércoles, 12 de junio de 2013


LA SABIDURIA RECOBRADA

Mónica Cavallé


“Desde nuestra perspectiva contemporánea, y debido al concepto de filosofía que ha llegado hasta nosotros, con frecuencia pasamos por alto que los principales filósofos de la Antigüedad no eran profesores de filosofía ni profesionales del pensamiento. Las enseñanzas de Heráclito, Parménides, Pitágoras, Platón o Sócrates, las de los pensadores estoicos, cínicos, epicúreos, escépticos, neoplatónicos, etcétera, no eran meras teorías especulativas sobre la naturaleza última de la realidad; eran, indisociablemente, prácticas orientadas a la realización operativa de las posibilidades latentes en la estructura profunda de todo ser humano, caminos de plenitud y de liberación interior. Los filósofos de la Antigüedad señalados no se limitaban a elaborar y postular sistemas teóricos, sino que, ante todo, encarnaban en ellos mismos todo un modelo de vida e invitaban a los aspirantes a filósofos, a los amantes de la sabiduría, a adentrarse en una iniciación vital tras la cual no serían los mismos ni verían el mundo del mismo modo. Entendían que solo podía penetrar bajo la superficie de las cosas y vislumbrar las claves de la existencia quien había accedido a cierto estado de ser, quien se desenvolvía en un determinado nivel de conciencia. No se consideraba genuino filósofo aquel que se dedicaba a elucubrar teorías o hipótesis más o menos plausibles en torno a las cuestiones últimas, careciendo de un compromiso activo con su propia transformación. Eran la autenticidad y hondura del ser del filósofo las que garantizaban la profundidad de su visión”.

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