domingo, 7 de abril de 2013

II Domingo de Pascua

Ecos de Jn. 20, 19-31

Paz a vosotros
¿Por qué me has visto, has creído?
He venido para que tengais vida en abundancia
Yo os envío
¡Señor mío y Dios mío!

       
ENCONTRAR LA VERDAD
Por Enrique Martinez Lozano
 
¿Cómo se puede transmitir una experiencia transpersonal o espiritual? Resulta una tarea imposible, porque no disponemos de “herramientas” conceptuales adecuadas. Por esta razón, los relatos de apariciones del Resucitado –aparte de estar elaborados como catequesis- quieren decir mucho más de lo que dicen.

¿Cómo se puede convencer a “Tomás” de que el Resucitado se les ha hecho presente? No hay manera; se trata de una experiencia que trasciende las palabras y los conceptos, las imágenes e incluso las expectativas de la mente.

Pero es que tampoco se trata de “convencer” a nadie. Esto parecía, no solo importante, sino decisivo en el nivel mítico de consciencia: tal como allí se veían las cosas, las personas estaban convencidas de poseer la verdad absoluta y, por ello mismo, se veían en la obligación de comunicarla a otros y de tratar que la aceptaran. El proselitismo es una actitud característica de aquel estadio de consciencia.

Cuando venimos a reconocer que la Verdad no se puede poseer y que es una con la Realidad, caemos en la cuenta de que aquello no tiene sentido. Carece de interés que la persona tenga en su cabeza una creencia u otra, si solo es eso, una creencia.

De lo que se trata, más bien, es de ejercitarnos en vivir la verdad que somos. En este nuevo nivel de consciencia, la verdad no es vista como “algo” añadido a lo que una persona ya es –se comprende que el simple hecho de presentarla de ese modo provoque resistencias, porque la otra persona pensará que le están intentando “vender” algo-, sino justamente como lo que somos.

Charo Rodríguez (en “La luz de la niebla”) expresa lo mismo de este modo:


“Solo el Dios encontrado,

ningún dios enseñado puede ser verdadero,

ningún dios enseñado.


Solo el Dios encontrado

puede ser verdadero”.


Todo lo que podemos “enseñar” son –por más sublimes que sean- palabras, es decir, “mapas”, aunque estén bien. Pero un mapa nunca es el territorio. Y el territorio no se aprende, se encuentra.

Es cierto que quien lo ha visto puede ayudarnos a estar más atentos. Tal vez, incluso, sus palabras provocarán ecos en nuestro interior, despertando nuestra verdad dormida. La vista de un mapa puede avivar la motivación de ponernos en camino. Pero, al final, cada cual debe ponerse en camino y recorrerlo.


En Jesús podemos hallar un mapa nítido. Para empezar, no estaría mal que dejáramos escuchar y reverberar en nuestro interior su saludo, el saludo de quien “ha visto”: “Paz a vosotros”.

1 comentario:

  1. Ver-experimentar el encuentro con Jesús provoca desarme, te deja sin tus posesiones y egos, libre para acogerle,libre para comprender y reirte de todo lo que no es El.
    Cuando "ves" no tienes nada que perder porque ya lo tienes todo. Es la pobreza que te da paz, confianza, serenidad y calma en la tormenta.Es esa paz que te hace caminar por ese camino que sólo tú puedes ir.

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