miércoles, 6 de marzo de 2013

PERSPECTIVA  ECOFEMINISTA



Ivonne Gebara
La teóloga feminista brasileña Ivonne Gebara, estuvo de visita en Costa Rica, para participar en varios encuentros académicos. Uno de ellos consistió en la serie de tres conferencias “La crisis actual del cristianismo desde la perspectiva del ecofeminismo” que impartió como parte del Programa de la cátedra Juan A. Mackay de la Universidad Bíblica Latinoamericana, los días 22, 23 y 24 de agosto,

La interrogante planteada en la tercera conferencia ¿Qué preguntas hacen las ecologistas feministas a las iglesias cristianas?, suscitó diversas reflexiones de la teologa. En su exposición ella señala la importancia de ubicar la palabra “desde” las mujeres, “desde” la ecología, porque implica la ubicación del lugar en el que se mira lo que a una le preocupa. Desde las mujeres sería su sufrimiento que tiene que ver con lo que se produce en la teología y en las iglesias. Desde la ecología se refiere a eco, nuestra gran casa en la cual pasa algo que toca mi cuerpo, porque oikía (naturaleza), está enferma, sucia, destruida por nuestras acciones sobre su equilibrio de reproducción vital.
Afirma con esto que la enfermedad social, que se expresa en guerras de género, dinero, política, toca también nuestra oikía que es considerada una mercancía para favorecer a la élite nacional e internacional.
Para Gebara hay una unión del feminismo y la ecología que comenzó en los años 70 y después del desastre de Chernobil, en 1986. En Paris en 1973, las mujeres se dieron cuenta de que el capitalismo además de lo que oprime a las mujeres por el patriarcado, al ser excluyente, también somete a oikía por el capital, sobre todo en las poblaciones más pobres. El desastre de Chernobil fue grave para las mujeres porque desde la división social y sexual del trabajo, al ser las encargadas de la alimentación, no sabían cómo nutrir a sus hijos e hijas, porque hasta la leche materna sufrió radiación.
Ivonne aclara que el feminismo ecológico no busca un esencialismo equiparando a la mujer con la naturaleza, sino busca la denuncia y la lucha por la dignidad de las mujeres y la integridad del planeta.
¿Y la teología cómo entra aquí? Nos pregunta. Responde que las iglesias quieren ecología pero la reducen a preservación del medio ambiente, anti contaminación, y no hay conflicto, pero con el feminismo sí existe conflicto. Esto debido a que no se percibe que la crisis ecológica tiene que ver con el concepto ecológico y cosmológico de nuestras economias y cuyas raíces son religiosas, sobre todo de la tradición judeo – cristiana.
Identifica una complicidad inconsciente de las iglesias cristianas con el desequilibrio de la tierra. Pues desde el cristianismo se debe de “valorar la vida”, mas ¿qué vida, cuáles vidas se valoran? La tradición cristiana utiliza mucho la palabra vida pero en una concepción necrófila, puesto que ésta es valorada a partir del sacrificio y la muerte.
Esto desde un cristianismo que Ivonne Gebara no ubica en la tradición de Jesus, sino como interpretación tardía que considera la vida verdadera aquella que es posterior a la muerte, la vida eterna, más allá de la materialidad de la historia. Finalmente –nos dicen que - en la vida eterna seremos felices. Estas ideas apuntan a una devaluación de la materialidad, de este lugar donde estamos.
Piensa que hay que considerar la complejidad del fenómeno cristiano porque la misma creencia puede producir vida o muerte. La influencia de doctrinas espiritualistas en el cristianismo como los esenios que consideraban a la materialidad como algo pesado; esto llevó a promover esperar el cielo para la felicidad.
Estas concepciones favorecen el mantenimiento de formas diversas de opresión como la esclavitud en el colonialismo, por ejemplo.
Gracias a estas influencias se desarrolla una negación de los cuerpos, aunque Jesús mostraba lo sagrado en el cuerpo. Se implanta el ascetismo como principio creador: Dios está más allá, fuera de la tierra, en el cielo, la materia es para la muerte, la salida es salvar el espíritu con desprecio por la materia.
Se pregunta ella ¿cuál materia? Nuestros cuerpos y también de la naturaleza que también es mortal como nosotros, pero nosotros sobrevivimos en Dios, mientras que no hay resurrección para la naturaleza. Se hablaba de una naturaleza caída, del pecado de Adán y Eva que condena también a la naturaleza, es un animal –la serpiente- con quien se comienza a ubicar en el mito adámico, el mal en la naturaleza. La Madre Tierra, las Diosas Sexuales son destronadas por Dios padre que es inmaterial.
Estas construcciones simbólicas no son del mito, sino sobre el mito, son posteriores. Ahora es Dios de los cielos que se alía con los profetas –los poderosos de este mundo- por ejemplo con el rey como servidor de Dios. Desde estas construcciones simbólicas del mito de Dios padre es más fácil dominar al pueblo con sus mediadores.
Plantea que este cambio de las Diosas a dios, inculcó la idea de que dios padre es mejor que:
§ El éxtasis en la contemplación de la belleza natural
§ La sexualidad
§ La fertilidad
Como manifestaciones de la experiencia de lo sagrado. Así se incluye también la idea de que “esta vida es pasajera”, la vida verdadera es la del espíritu. Nosotros contamos con el soplo de dios que no tienen los animales, por lo tanto podemos ir al cielo o al infierno.
Este cambio coloca a dios como sustituto de la Madre, por tanto entrar en el ciclo de la Tierra es sucio, indigno, para el ser humano lo digno es subir a un cielo.
Por tanto, nos invita a trabajar en la salvación de la tierra de nuestro deseo humano destructor, a re significar la cosmología de la creación. Propone introducir una nueva cosmología en la que el proceso originario sea igualitario: todos venimos del polvo de estrella. Por tanto estamos en interconección e interdependencia.
Re situar las tradiciones religiosas desde la física contemporánea, teniendo en perspectiva la interdependencia y la humildad. Dado que el discurso mítico se tornó dogmático, se hace necesario situar la complejidad en las narrativas creacionales para acercarnos a una vida en todos, fuera del teocentrismo antropocéntrico y androcéntrico de nuestras teologías.
Sugiere pensar una doctrina de redención, se nos ha aleccionado que fuimos creados por un dios bueno, y por voluntad nuestra y de la serpiente nos hicimos corruptos, el mal tiene la figura de la naturaleza, los elementos son demonizados –árbol, fruto, paraíso, serpiente- por lo que necesitábamos que de nuevo dios interviniera para redimirnos. Surge la encarnación de dios para salvar al hombre, la carne humana como figura salvadora por el hijo único de dios, se nos hace ver la divinidad de Jesús y olvidar su humanidad atribuyéndole además poderes. Esta es la idealización como parte de la androcentrización de Jesús, lo que hace olvidar que los procesos de salvación se hacen desde las relaciones, como también la destrucción.
La teología no ha pensado una redención más amplia. En el cristianismo la resurrección es como una ruptura con los procesos de la naturaleza, la muerte como un enemigo que debemos vencer para llegar a la vida eterna. Esto nos da la consideración de las jerarquías en la vida –tipos de vida eterna o terrenal-, que se pasa a los seres humanos: etnia, condición económica, sexo.
Para enfrentar esto nos propone volver a las experiencias sencillas de la vida.


¿Qué te parece esta perspectiva?



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